En primer lugar debemos tener presente que el concepto de gananciales no se encuentra expresamente definido en la legislación civil, pero grosso modo, la doctrina entiende por estos el resultado o producto (distribución y adjudicación) que surge de la disolución de la sociedad conyugal, sociedad que está integrada por la universalidad de bienes que los cónyuges aportan o adquieren durante la duración del vínculo matrimonial en los términos del artículo 1781 del Código Civil. Estos bienes sociales (de ambos cónyuges) constituyen el haber (activo) de la sociedad conyugal, los cuales desde el punto de vista tributario son declarados y gravados individualmente en cabeza de cada uno de los cónyuges tal como lo dispone el artículo 8 del Estatuto Tributario.
Así pues, los gananciales comprenden la masa indivisa, abstracta e indeterminada de bienes y derechos sociales que surge al momento de la disolución de la sociedad conyugal, cuya indeterminación solo se extingue al momento de la liquidación de dicha sociedad, cuando se concreta en cabeza de los cónyuges la cuota correspondiente de esos activos. Y, en aplicación del artículo 1775 del Código Civil, como los gananciales (masa social indivisa) que resulten a la disolución de la sociedad conyugal se pueden renunciar en favor del otro cónyuge, el beneficiario de dicha renuncia sencillamente adquiere gananciales.
Sobre este tema el Consejo de Estado en sentencia que lleva por número 11001-03-27-000-2022-00064-00 (27244) del 11 de julio de 2024, Consejero Ponente: Milton Chaves García, dijo lo siguiente: “son gananciales el conjunto de derechos representados en bienes que hacen parte de una universalidad jurídica que nace cuando se disuelve la sociedad conyugal, momento en el cual pueden ser objeto de renuncia, según el artículo 1775 del C.C, pues dicho acto “versa sobre la universalidad o una cuota abstracta de ella, pero no sobre bienes o derecho en concreto”, en palabras de la Corte Suprema de Justicia , sin que pierdan su naturaleza de gananciales hasta la liquidación o partición de lo indiviso, pues solo así dejan de ser parte de la masa universal del haber social”.
En la referida sentencia se definió que “la renuncia a estos [gananciales], de manera total o parcial, por uno de los cónyuges no constituye un ingreso gravado con el impuesto de ganancias ocasionales, ni con el impuesto sobre la renta”.
En el referido fallo el Consejo de Estado definió que:
- El artículo 47 del Estatuto Tributario que dispone que los gananciales no constituyen ingreso gravado NO contiene un porcentaje o límite de participación en la liquidación de la sociedad conyugal con este beneficio.
- Los gananciales adjudicados no constituyen ingreso para el adjudicatario en la medida que no reúnen la condición exigida en el artículo 26 del Estatuto Tributario, esto es, que sean susceptibles de producir un incremento neto del patrimonio en el momento de su percepción. En efecto, una vez liquidada la sociedad conyugal los bienes que conformaban el activo de dicha sociedad no producen realmente un incremento neto del patrimonio de ninguno de los cónyuges, toda vez que desde el matrimonio y durante la vigencia de la sociedad conyugal se conforma una sociedad de bienes y estos hacen parte del patrimonio de los consortes desde el momento en que generan el correspondiente ingreso.
- Dado que los gananciales adjudicados en la liquidación de la sociedad conyugal no constituyen realmente un ingreso porque no incrementan el patrimonio del cónyuge, no deben hacer parte de los denominados “ingresos brutos” del contribuyente. No obstante, para efectos tributarios se consideran ingresos no constitutivos de renta ni ganancia ocasional y así deben reflejarse en la correspondiente declaración de renta.
- La renuncia a gananciales no equivale ni corresponde a una donación ni es un acto jurídico entre vivos a título gratuito.
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